Aprobados de despacho: ¿benefician realmente a los alumnos? Hay alumnos que suspenden alguna asignatura y deciden reclamar, a lo que tienen pleno derecho, para que el profesor les informe de lo que él piensa que falta o debe ser modificado.
En ocasiones la calificación queda igual, pero en otras aparece la presión exterior a ese profesor, muchas veces por parte de los padres del alumno. Hay veces en las que es el propio profesor quien decide cambiar la calificación al verse “abrumado” por esos padres que creen que su hijo se ha esforzado mucho y que el examen seguro que no está tan mal, además “por unas décimas…” En otras ocasiones es el propio Departamento del centro el que vuelve a calificar al alumno, un profesor que no lo conoce, que no sabe cómo ha trabajado, ya que hay veces en las que el director del Departamento tiene que mediar. Esto es lo que conocemos como aprobados de despacho.
Conseguir un aprobado en un despacho puede parecer algo beneficioso para el alumno, que seguro alardeará ante sus compañeros. Pero en realidad tiene más de un punto negativo: por un lado se premia la incompetencia del alumno (que si no había aprobado seguramente sería por razones de peso), haciéndole ver que no hace falta esfuerzo para conseguir sus objetivos, actitud que el alumno puede extrapolar a cualquier otro ámbito de la vida cotidiana. Por otro lado se desacredita al propio docente que durante todo el curso ha trabajado con el alumno, se le quita la autoridad que teóricamente le queda ante los alumnos, menospreciando su propia labor.
Por eso hay que reflexionar, ¿realmente benefician a nuestros hijos los aprobados de despacho? Lo mejor sería dejar a los docentes hacer su función. Cabe preguntarse si valoramos más una calificación numérica o la enseñanza de unos valores morales.
