Las áreas de intervención logopédica desde el punto de vista escolar son:
-Dificultades de aprendizaje escolar: lectura, escritura
-Retraso del lenguaje: dislalias
-Problemas de voz infantil: disfonías
-Alteraciones del lenguaje asociadas a diferentes trastornos: autismo, deficiencia mental, parálisis cerebral, síndrome de Down, etc.
Más información acerca de nuestras principales áreas de intervención:
La dislalia es un trastorno específico de la pronunciación, sin que aparezcan problemas físicos que puedan causar la dificultad. El habla del niño presenta omisiones, distorsiones o sustituciones de los fonemas. También existen inconsistencias en la pronunciación de sonidos, de forma que el niño puede pronunciar correctamente fonemas en algunas posiciones de palabras pero no en otras. El resto de las funciones del lenguaje no presentan dificultad.
La dislalia es relativamente sencilla de detectar y suele tener buen pronóstico con una intervención temprana, pero es importante que el lenguaje se normalice para proseguir con los aprendizajes de la lectura y escritura.
La disfonía es una alteración de la voz en cualquiera de sus cualidades causada por alguna disfunción orgánica localizada en las cuerdas vocales. Con frecuencia es la incorrecta técnica vocal la que se asocia a una falta de coordinación muscular – vocal – respiratoria, dando origen al trastorno.
En CEAP se trabajan disfonías tanto en edad escolar como en adultos.
Normalmente los pacientes con disfonía acuden al logopeda con un diagnóstico médico. Si no fuera así es imprescindible remitirlo hacia una exploración de ORL.
El autismo es un trastorno del lenguaje en su sentido más amplio, incluyendo comunicación, relación social e intereses y conducta. Es un trastorno que tiene su inicio en la infancia, siempre antes de los tres años.
La clínica del trastorno autista presenta:
- Anormalidades en la interacción social recíproca.
- Alteración del uso de comportamientos no verbales como el contacto ocular, la expresión facial y algunas posturas corporales y gestos.
- Incapacidad para desarrollar relaciones sociales con compañeros de una forma adecuada al nivel de desarrollo.
- Ausencia de la tendencia espontánea para compartir con otras personas.
- Dificultades para establecer vínculos socio-afectivos significativos.
- Anormalidades en la comunicación.
- Retraso o ausencia de lenguaje oral (sin intentos por compensarlo mediante modos alternativos de comunicación).
- Utilización estereotipada y repetitiva del lenguaje o uso de un lenguaje idiosincrásico: ecolalias, inversión pronominal, alteraciones gramaticales, neologismos.
- Lenguaje sin intencionalidad social.
- Alteración en la conversación recíproca.
- Habla átona, arrítmica y carente de inflexiones. Sin prácticamente hacer referencia a estados emocionales, (del 20 al 30% pierde el habla durante los dos primeros años. El 50 % nunca desarrolla un lenguaje).
- Retraso en la aparición de palabras o frases.
- Dificultades de comprensión del lenguaje.
- Actividades restringidas y estereotipadas.
- Adhesión aparentemente inflexible a rutinas o rituales específicos, no funcionales.
- Manierismos motores estereotipados y repetitivos.
- Estilo rígido en juegos con preocupación excesiva por partes del mismo.
- Manipulación simple y no funcional de los objetos (agitar, golpear).
- Presencia de un retraso mental en 2/3 partes de las personas con autismo. Capacidad intelectual dentro de la normalidad en 1/3 de los afectados.
- Presencia de episodios epilépticos en los primeros años de vida o en la adolescencia de 25-30% de la población autista.
- Problemas de atención en el 60%.
- Hiperactividad en el 40% de los casos.
- En el 37% aparecen fenómenos obsesivos.
- Entre el 17-74% aparecen ansiedad o miedos.
En la actualidad va cobrando relevancia la tendencia a considerar este trastorno (dentro del espectro autista) como un continuo en el que la clínica aparece en mayor o menor intensidad o gravedad. Dentro de este espectro se podría incluir también el Síndrome de Asperger, que hasta ahora aparece como categoría diagnóstica independiente y que comparte con el autismo la clínica fundamental a excepción del buen funcionamiento en el lenguaje.
Parece haber evidencia de que un 90% de los TEA (Trastorno del Espectro Autista) provienen de causas genéticas no identificadas. Sin embargo estos problemas no se detectan prácticamente a ningún nivel (ni genético, ni de neuroimagen, ni por resonancia magnética, ni en analítica).
Actualmente el TEA, que es un trastorno severo, aparece en una proporción de 1/150 personas, siendo su frecuencia de aparición cuatro veces superior en hombres que en mujeres.
Como cualquier trastorno presenta formas leves o graves. En su forma más leve y con presencia de lenguaje expresivo y comprensivo se puede escolarizar en aulas de integración en centros ordinarios. La intervención logopédica y psicopedagógica temprana y el apoyo a la familia desde el principio son elementos fundamentales en la evolución de los niños que presentan este trastorno. En cambio, cuando aparece en su forma más grave, es decir, que no se ha desarrollado el lenguaje, precisa escolarización en centros específicos.