Preguntas frecuentes (FAQs)

CEAP S.C. suscribe un contrato con las familias donde se refleja la información de interés del servicio a realizar (titulares, horario, cuota…) y se establecen claramente los derechos y obligaciones que afectan tanto al centro como al usuario.
Este hecho está especificado en el reglamento regulador de la protección al consumidor en materia de enseñanzas no dirigidas a la obtención de títulos con validez académica en la Comunidad Autónoma de Aragón.

No, no se cobra ninguna cuota de academia si el alumno no ha asistido a ninguna clase.

Sí, la academia cobra todas las mensualidades completas, excepto la primera que se factura de manera proporcional a la asistencia.

No, los días festivos del calendario laboral no se recuperan.

El centro no tiene la obligación de recuperar el servicio por falta de asistencia del usuario, pero si el profesor de repaso, logopeda o psicólogo tiene posibilidad de quedar en otro momento, existe disposición de los profesionales de dar el servicio.

Sí, como mínimo cuatro:

1. Económico. Hay que tener en cuenta que la academia favorece en sus cuotas a los alumnos a medida que aumentan el número de horas.
2. Coordinación de todos los profesionales. Permite a los profesores de apoyo, a los logopedas y a la Psicóloga del centro poner en común el trabajo, valorar comportamientos y analizar la evolución del alumno.
3. Movilidad de asignaturas. El alumno que acude a varias asignaturas, puede cambiar puntualmente unas clases de apoyo por otras, para preparar mejor sus exámenes.
4. Comodidad. Tanto la familia como el alumno pueden coordinar sus horarios, evitando viajes y pérdidas de tiempo.

Si el centro conoce la intención del alumno de comenzar las clases, organizará el horario de las sesiones en función de sus necesidades.
A partir de octubre la academia intentará compatibilizar las necesidades del usuario con el servicio a realizar.

Sí

Sí, el centro dispone de profesores de todas las áreas curriculares de forma que un alumno puede diversificar sus clases en función de sus necesidades. Incluso puede variar el contrato inicial en función de la evolución que tenga durante el curso.

Sí, ya que es necesario crear el hábito. Los deberes se tienen que ver como una parte de la rutina diaria ( en un momento determinado y a una hora concreta); incluso los días que no haya tareas de clase se pueden reforzar aquellos aprendizajes básicos (comprensión lectora, razonamiento matemático).
Esta tarea la tienen que realizar padres y madres, pero no siempre las obligaciones profesionales y familiares nos permiten llevarlas a cabo en unas horas del día prudentes. Entonces hay que buscar el servicio.

Sí, aunque no todo el mundo necesita clases de apoyo, pero cuando son necesarias aportan grandes beneficios.
Algunos son:

1. Mejoran las notas, tanto para aprobar la asignatura como para mejorar la nota media; con la repercusión que tiene en la elevación de la autoestima y motivación.
2. Proporcionan un repaso de la materia, aunque no se esté trabajando en clase.
3. Permite practicar intensamente los contenidos e ir progresando al ritmo que marca el alumno.

Ello dependerá de lo que queramos conseguir. Si el objetivo es aprobar y/o mejorar los exámenes basados en ejercicios gramaticales y vocabulario lo mejor es apoyar al alumno en la materia curricular que está estudiando.
Si estamos interesados en hablar un idioma, lo más importante es trabajar la comprensión auditiva y la capacidad comunicativa, para lo cual existen diversos métodos que trabajan esta faceta exclusivamente. El método engloba más áreas de interés que pueden ser interesantes para los adultos.

Los estudiantes necesitan conocer un método de estudio a partir del momento en que el volumen de asignaturas y la cantidad de información son relevantes. Habitualmente esta situación comienza a plantearse, en algunos niños, a partir de 5º de Primaria.

Desde aquí se recomienda comenzar el Curso de Técnicas de Estudio con el inicio del curso académico. El alumno está más motivado y se aplican directamente al material que tiene que estudiar ese curso, con lo que en lugar de una carga más a su actividad se convierte en un aprendizaje que a medio plazo le ahorra trabajo.

Los centros de enseñanza privada pueden impartir dos tipos de títulos:

1. Los propios que carecen de validez académica.
2. Los de la Administración pública que tienen validez académica al ser ésta la entidad responsable de dicha formación y el centro de enseñanza el encargado de impartir la materia.

Un certificado de profesionalidad es un documento de validez oficial que acredita a una persona en una cualificación profesional del Catálogo Nacional de Cualificaciones Profesionales.

Sirven respectivamente para realizar los módulos formativos de los certificados de profesionalidad de nivel 2 y 3. Los alumnos deben cumplir unos requisitos previos de formación (posesión de título de Educación Secundaria, Bachillerato,…) aunque si el alumno no dispone de esta acreditación puede acceder presentándose a las pruebas reguladas por las administraciones públicas.

Las empresas disponen de un crédito  para financiar la formación de sus trabajadores (es esto a lo que se llama formación bonificada); la empresa decide qué formación quiere proporcionar a sus trabajadores y cuándo desea realizarla. Posteriormente se bonifica la cuantía en los boletines de la Seguridad Social.

• Cuando lo recomiende otro profesional (profesor, pediatra, asistente social, etc.)
• Cuando se observen comportamientos que llaman la atención por su frecuencia, intensidad o rareza y siempre que no se correspondan a lo esperable por edad.
• Cuando no se van adquiriendo aprendizajes a las edades correspondientes.

Cualquier duda respecto a la evolución psicológica o del lenguaje que surja en los padres puede ser objeto de consulta psicológica o logopédica. Los especialistas valorarán cada caso y nos indicarán la intervención más adecuada.

Se le debe decir siempre la verdad, adaptando la información a la edad del niño. Con niños de menos de 3 años, no es necesario darles ninguna explicación. De camino a la consulta se le dice dónde va y cómo es el sitio. Entre los 3 y los 6 se le explica con anterioridad pero con inmediatez (1 ó 2 días antes) ya que no es necesaria mucha información. Entre los 6 y los 12, se le da información días antes. A los adolescentes se les explica que se han intentado solucionar los problemas pero que no se ha conseguido y que se cree que ha llegado el momento de pedir ayuda.
Siempre se explicará que el psicólogo ayuda a los niños y adolescentes a solucionar los problemas.

Los adolescentes suelen rechazar la intervención de un psicólogo, aunque lo estén pasando mal. Si es así nunca se debe entrar en falsas promesas o en chantajes del tipo “si no vas no podrás salir…” porque la colaboración del adolescente en la solución es muy importante. La mejor manera de motivarle es implicando a los padres también en la intervención, explicando cómo está la situación actual y la necesidad de pedir ayuda.

• Siempre que los padres lo soliciten
• Cuando lo requiera otro profesional
• Cuando se precise para conseguir alguna ayuda, subsidio o beca
  

 No, siempre que haya una buena coordinación entre los profesionales, en cuanto a los objetivos a conseguir con la intervención y a cómo conseguirlos.

El psicólogo no es el profesional adecuado para decidir la idoneidad de un tratamiento farmacológico, aunque en algunos casos la medicación ayuda a mejorar la intervención psicológica. Por ejemplo en niños con déficit de atención, graves problemas conductuales, sintomatología psicótica, trastornos de ansiedad…

No. Con frecuencia no es posible llegar a un diagnóstico. En ese caso se interviene sobre la sintomatología que el niño presenta y se elabora un plan de trabajo que incluya la mejora en las dificultades que se han detectado.